Magirus_Deutz 8.787 Denunciar mensaje Publicado June 21, 2021 En la ubicación del actual Castillo de Montjuich ya existía en la antigüedad una atalaya de observación, este era un punto privilegiado de observación del frente marítimo y de la zona sur de la ciudad, desde esta atalaya se realizaban señales ópticas para advertir de la aproximación de buques en las cercanías de Barcelona. Con el paso del tiempo el castillo se fue ampliando y adaptando para un uso militar de defensa y/o asedio de la ciudad pero siguió conservando su principal misión de atalaya y su torre de observación. En esta torre se puede observar hoy en día los restos de un antiguo telégrafo óptico que desde 1849 se intentó integrar en la Red de Telegrafía Nacional española. El telégrafo óptico Es difícil atribuir este sistema de comunicación a un inventor concreto y la telegrafía óptica no es mas que la evolución natural de distintos sistemas de comunicaciones existentes desde la antigüedad. Aún así, su predecesor más directo podría ser el planteado por el inventor Robert Hooke (1635-1703) que presentó un sistema de comunicaciones a distancia mediante símbolos en la Royal Society en 1684, sin mucho éxito. Telégrafo óptico de Hooke Aunque habría que esperar hasta 1792 para que el inventor francés Claude Chappe (1763-1805) y su hermano Ignace Chappe (1760-1829) presentaran a la sociedad francesa y lograran que el gobierno de la I República aprobara un proyecto de construcción de una amplia red de comunicaciones por telegrafía óptica de unos 5.000 kilómetros de extensión. Así pues el primer telegrama oficial que se logró transmitir por este sistema lo hizo en el año 1794 entre las localidades francesas de Lille a Paris (unos 230 kilómetros) a través de 22 torres. Telégrafo / semáforo de Chappe El funcionamiento del telégrafo óptico o semáforo, era muy sencillo, básicamente se trataba de un mecanismo mediante el cual con unos brazos accionados por poleas tomarían diversas formas geométricas codificadas en un libro de señales, en ocasiones podían ser banderolas, barras, o bolas. Este sistema de comunicación no tenía un lenguaje unificado, y en cada región o país se utilizaba un sistema propio. Esta instalación mecánica debería de estar instalada en lo alto de una torre o construcción similar a una torre y sería operado por un equipo de dos a cuatro personas, su oficio se llamaría el de los torreros. Las torres estarían situadas a una distancia aproximada de unos 5 a 10 kilómetros entre ellas y correctamente orientadas para ser visibles por las otras torres de la línea, por la precedente y la siguiente, mediante un telescopio pequeño o cualquier otro instrumento óptico para ver a largas distancias. La velocidad del mensaje dependía de la efectividad del personal de la torre, como referencia, un mensaje emitido desde Madrid a Valencia podía tardar menos de una hora en recorrer las 30 torres que formaban la línea. Este sistema no era perfecto y tenía muchos inconvenientes como por ejemplo la orografía del terreno, las condiciones climatológicas y como no, la oscuridad de la noche. Otro factor importante era el humano, muchos de los torreros debían de trabajar en condiciones realmente duras en lo alto de la torre constantemente pendientes de la siguiente o la anterior torre y en todas las condiciones climatológicas y no hubieron pocos problemas derivados del factor humano. La Red Telegráfica de España En España se empezó a construir la primera línea de telegrafía después de que Carlos IV emitiera una Real Orden el 17 de febrero de 1799 para construir la Red Telegráfica de España a cargo del ingeniero militar español Agustín de Betancourt (1758-1824). La primera línea proyectada transcurriría entre Madrid y Cádiz, aunque por problemas económicos tan sólo cubrió el trayecto de Madrid a Aranjuez y comenzó a ser operativa a partir de mediados del 1800. Más adelante se construyeron diversas líneas locales, en Cádiz, Sevilla o Madrid, pero no sería hasta 1844 que se retomaría el proyecto original de cubrir todo el territorio nacional con la red de telegrafía óptica. Torre de Arganda del Rey con el telégrafo de Mathé Este proyecto sería encargado al también ingeniero militar español José María Mathé Aragua (1800-1875), no obstante tan sólo se construyeron tres líneas telegráficas: La línea de Castilla con el trayecto Madrid – Irún y 52 torres construidas La línea de Andalucía con el trayecto Madrid – Cádiz con 59 torres La línea de Cataluña con el trayecto Madrid – La Junquera con 30 torres entre Madrid y Valencia entrando en Cataluña por el sur; y de Barcelona a La Junquera con otras 17 torres, esta línea nunca llegó a estar operativa al 100% y tan sólo funcionó en algunos tramos. Mapa de las líneas y torres de telégrafo óptico en España, pulsa en la imagen para ampliar (vía COETTC) La construcción de la red en Cataluña La línea de telegrafía óptica en Cataluña fue dirigida por José María Mathé y construida por el capitán general de Cataluña Manuel Pavía y finalizada por el general Manuel Gutiérrez de la Concha entre 1848 y 1849. Al haber pocas construcciones de nueva planta, muchos telégrafos fueron instalados en los campanarios de las iglesias y en cualquier otra estructura ya existente en una posición elevada. La red catalana llegó a disponer de 80 torres y una extensión de 800 kilómetros. Las líneas partían desde Barcelona hacia Lérida, Solsona, Lluçanès, Vic y Gerona. Todavía a día de hoy son visibles algunas de las torres de telegrafía óptica en Cataluña como por ejemplo la “torre del telégrafo” o “torre de los soldados” en la localidad de Avinyó, la “torre de Guardia” en Sant Carles de la Rápita, la “torre de l’Esquirol” en Cambrils, la “torre de la Tossa” en Salou o la “torre del Pretorio” en Tarragona por citar algunos ejemplos. De izquierda a derecha: torres de Sant Pere Romaní, d’Ordal y Esquirol (vía COETTC) La ciudad de Barcelona tenía su propia red urbana para comunicar los distintos acuartelamientos de la zona, esta red fue diseñada por el Coronel Leonardo de Santiago para comunicar los acuartelamientos de Montjuich, Ciudadela, Atarazanas, Marqués de la Mina, o el Palacio de Capitanía General. En la torre atalaya del Castillo de Montjuich se conservan los restos de un antiguo telégrafo óptico formado por un mástil vertical y dos travesaños horizontales en distintas orientaciones, recordando vagamente al mástil de un barco. Desde esta ubicación se debían de recibir los telegramas de la línea Madrid – La Junquera, pasando por Valencia vía Tarragona y entrando en la zona de Barcelona por la torre de Sant Pere Martir. Otra línea de Barcelona partía desde las Reales Atarazanas hacia la torre del Turó de Montcada y ahí se bifurcaba en dirección a las localidades de Sabadell y Vic. Torre del Castillo de Montjuich con la instalación del telégrafo óptico (Antoni Casinos Va) Las líneas de telégrafo catalanas tenían su propio código de lenguaje, incluido el telégrafo de la atalaya del Castillo de Montjuich, este último código fue aprobado en 1858 y era utilizado, como en la antigüedad, para dar aviso e información de los buques que se aproximaban a la ciudad principalmente por parte del vigía marítimo del castillo. Algunas de las señales del código del telégrafo de Montjuich aprobado en 1858 El ocaso de la telegrafía óptica A pesar del gran esfuerzo humano y económico por implantar esta red de comunicaciones, en julio de 1853, se desmantelaron todos los telégrafos ubicados en Cataluña debido al escaso uso que se le dio. En Cataluña como ya existía una red propia de telegrafía utilizada mayormente por los militares para combatir a los Carlistas la nueva red apenas se utilizó, e incluso llegó a ampliarse la red existente durante la Tercera Guerra Carlista. Otra de las causas que parece que se esgrimió para el desmantelamiento de la red nacional fue el mal trato dado a unos torreros por parte del Gobernador Civil de Barcelona. El 8 de noviembre de 1854 la reina Isabel II envió el primer telegrama por telégrafo eléctrico en España y a partir de ese momento el telégrafo óptico empezó a quedar en un segundo plano. Aún tardarían unos años en implementarse en todo el territorio nacional, esta nueva red aprovecharía en parte algunas instalaciones y el personal técnico del telégrafo óptico y en muchas regiones convivirían ambos sistemas de telegrafía. Curiosamente el telégrafo óptico nunca fue un medio de comunicación muy popular al considerarse de uso militar, por otro lado el telégrafo eléctrico gozaba de una mayor aprobación por parte de la ciudadanía y pronto se expandió su uso para todo tipo de comunicados tanto privados como de administraciones públicas e incluso militares. Primer receptor telegráfico eléctrico de 1837. Esta informacion pertenece al blog https://envisitadecortesia.com/ 2 Compartir este post Enlace al mensaje Compartir en otros sitios