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Constance Tipper y la fragilidad de los buques Liberty

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Los de la clase Liberty, con una vida útil estimada de unos 5 años (ínfima para un barco), fueron los primeros buques de la historia que se construyeron por bloques. En ellos también se sustituían los remaches por la soldadura, y en los astilleros que construyeron los 60 primeros (para la flota británica) se instauraron técnicas de producción en masa sacadas de las plantas de automóviles de Ford. Para construir los 260 siguientes (para la flota americana) llegaron a construirse nuevos astilleros, además de contar con los ya existentes, que adoptaron también estas técnicas.

Más de un millón y medio de trabajadores tuvieron que ser formados para trabajar en los astilleros, incluyendo a un gran número de mujeres que sustituían a los hombres que se dirigían al frente. Finalmente se construyeron más de 2.700 de estos buques, de los cuales 2.400 sobrevivieron a la guerra. Pero lo que nos interesa de esta historia, ya contada con anterioridad en Vadebarcos, no es la historia de la clase Liberty en sí misma, sino la de Constance Tipper, la mujer que descubrió por qué se rompían sus cascos en aguas frías.

Constance Fligg Elam nació el 6 de febrero de 1894. Hija de un cirujano, estudió en el St. Felix School antes de pasar por el Newnham College de Cambridge, donde fue una de las primeras mujeres en obtener el Natural Science Tripos (marco empleado históricamente por la Universidad de Cambridge para impartir y otorgar sus titulaciones) en 1915.

constance-fligg-y-liberty-ships_rh_2021. Constance Tipper y el Liberty John W. Brown. Ilustración cedida por Roberto Hernández, El Ilustrador de Barcos.

Tras ese hito, pasó a trabajar brevemente en el NPL (National Physical Laboratory), en Teddington, en el departamento de Metalurgia y posteriormente, en 1917, en la Royal School of Mines, en South Kengsington (parte del Imperial College de Londres) como asistente de investigación del profesor Harold Carpenter, junto a quien estudió el crecimiento cristalino y la recristalización en metales. Su trabajo se describió en un paper de 1920 titulado Crystal Growth and Recrystallization in Metals (Crecimiento cristalino y recristalizacion en metales), y estas investigaciones resultaron ser fundamentales para su campo de estudio ya que supusieron llegar a conclusiones importantes que llevaron, a su vez, a la interpretación moderna de la evolución de microestructuras.

Las becas Frecheville (1921 – 1923) y de la Royal Society Armourers and Brasiers (1924–1929) permitieron a Constance investigar la resistencia del aluminio monocristalino. A esto le siguieron las investigaciones con Geoffrey Taylor en Cambridge, llevando a la interpretación moderna de la plasticidad de los cristales. Por este trabajo ambos recibieron una invitación a dar la Bakerian Lecture, una conferencia anual celebrada en la Royal Society para mostrar los trabajos más relevantes en ciencias físicas junto a las brillantes mentes responsables de su desarrollo.

En 1923, la Royal Society distinguió a dos investigadores: G.I. Taylor y C.F. Elam e invitó a ambos a hablar de su revolucionario trabajo seguido de una cena en su Dining Club. Solamente había un problema: el Dining Club era exclusivamente masculino. En realidad, la Royal Society no se había dado cuenta de que la C en el nombre de Elam se correspondía con Constance pero ella, muy elegantemente, declinó la invitación a cenar incluso disculpándose por causarles un trastorno ya que “es mi desgracia más que mi culpa el no ser un hombre. Me sentí muy honrada al recibir su invitación, aunque me di cuenta de que había sido enviada por un malentendido”. La Royal Society le envió como respuesta una caja de exclusivos chocolates a modo de disculpa por el error. Tras esto, Taylor se hizo famoso por su trabajo hasta el punto de que su nombre está asociado a la plasticidad de los cristales, mientras que el de ella no. Aun así, este periodo culminó con la obtención del doctorado de Constance por la Universidad de Londres en 1926.

En 1928 se casó con George Howlett Tipper, adoptando su apellido y volvió al Newnham College, que le había concedido una beca de investigación para los años 1930 y 1931. Ella continuó investigando en la universidad aunque no ostentaba un cargo oficial en el departamento de ingeniería, y en 1935 escribió Distortion of Metal Crystals (La distorsión de cristales metálicos) firmado con su nombre de soltera, que pasó a ser uno de los libros más referenciados de la materia en el momento.

Con el inicio de la Guerra algunos de sus compañeros se fueron para unirse a filas, y ella ganó reconocimiento en el departamento. Fue nombrada profesora de la escuela de ingeniería y se convirtió en líder del laboratorio de tratamientos térmicos. Y este era el puesto que ocupaba cuando J.F. Baker llegó para liderar el departamento de Ingeniería de la Universidad de Cambridge en 1943, trayendo consigo el caso de las roturas de los cascos de los buques de la case Liberty.

jeremiah_obrien_liberty_ship_san_francis SS «Jeremiah O’Brien», buque de la clase Liberty convertido a museo en San Francisco. Imagen: Wikimedia Commons

A Baker le habían encomendado la tarea de investigar con urgencia la causa de las fracturas en los buques, y éste se había centrado en el hecho de que hubiesen sido soldados (pensando en los esfuerzos debidos a los procesos de soldadura) y no remachados como se venía haciendo hasta entonces, pero llegó a la conclusión de que esa no era la causa primaria del problema.

Fue Constance quien, tras haber entrado a formar parte del equipo de Baker, sugirió que el problema podía radicar en el estado del propio acero, y no tener nada que ver con las soldaduras. Partiendo de esa base, demostró que el acero empleado en los buques americanos era frágil a temperaturas por encima del punto de congelación, por lo que en condiciones bastante habituales en los mares que surcaban, se comportaría más como fundición de hierro que como acero dulce (dúctil).

Mientras llevaba a cabo sus investigaciones, Constance desarrolló un test que con el tiempo se convirtió en el test estándar para determinar la fragilidad del acero. Éste se conoce como Test de Tipper y permite predecir si un determinado tipo de acero se comportará como dúctil o frágil a su temperatura de servicio. Sus contribuciones, sin duda, condicionaron enormemente los trabajos realizados a partir de ahí en cuestión de aceros navales y construcción de buques y es por ello que a Constance se la recuerda hoy en día por ser quien resolvió el misterio de los buques Liberty contribuyendo a los esfuerzos bélicos de los aliados, aunque su fructífera carrera no se limitó a este logro.

Tras esto, la Universidad de Cambridge por fin le cedió instalaciones para pruebas en el departamento de ingeniería, y en 1947 fue nombrada profesora asociada durante tres años. En 1948 ya era autora y/o coautora de 12 papers académicos. En 1949 la nombraron profesora adjunta de ingeniería mecánica, lo que significaba que pasaba a ser miembro de pleno derecho de la escuela de ingeniería. Permaneció en ese puesto durante treinta años, durante los cuales también impartió clases en la Politécnica de Chelsea. Se retiró en 1960 y todavía seguía siendo la única mujer que ejercía en el departamento de ingeniería de Cambridge. En 1962, publicó su libro The Brittle Fracture Story (La historia de la fractura frágil) basado en su trabajo en época de guerra y que fue el culmen de su carrera.

cambridge_newnham_wikimedia-commons.jpg? El Newnham College de Cambridge. Imagen: Wikimedia Commons

Se retiró a Langwathby, un pueblo inglés, con su hermano, y allí se dedicó a disfrutar de la jardinería, la pintura y la música, tocando incluso el órgano en su parroquia. El diario británico The Independent la describió en su obituario como distinguished yet unpretentious (distinguida pero sin pretensiones), frase que aparentemente la describía muy bien, sobre todo tras su jubilación, cuando ni siquiera sus convecinos sabían quién era ella, al punto de que alguno se sorprendió cuando ella fue a dar alguna charla a su escuela sobre las carreras de mujeres en ciencia.

Aunque a lo largo de su carrera sus logros no siempre fueron reconocidos, en 1994 el Newnham College plantó un árbol en su honor en sus jardines coincidiendo con su 100 aniversario. Al parecer, en ese momento ella ya no conservaba  su memoria a corto plazo, pero sí recordaba sus años en Cambridge. Murió un año después, en 1995, con 101 años.

Esta informacion pertenece al sitio web https://vadebarcos.net/

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