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U-boat - El hundimiento del Rio III

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El 22 de junio de 1942, en la costa oriental de los Estados Unidos, a 120 millas de Nueva York, fue torpedeado y hundido el vapor argentino “Río Tercero” en lo que fue el más trágico de los episodios entre buques argentinos y submarinos alemanes, rodeado, además por una leyenda negra que puso en duda la conducta de la tripulación del mercante.

 

EL RIO III
 
BARCOS ARGENTINOS Y LOBOS GRISES
La Segunda Guerra Mundial cumplía unos pocos pero terroríficos meses, Argentina permanecía aferrada a su ostura neutral, como ya había ocurrido durante la Primera Guerra Mundial. La escasez de bodegas disponibles y la necesidad de colocar la producción agrícola obligaron al presidente Ramón Castillo a adelantar la creación de la Flota Mercante del Estado, integrada por viejos barcos (mucho de ellos italianos) veteranos de la guerra anterior, que permanecían desde el comienzo de las hostilidades anclados en los puertos argentinos.
 
Con estas viejas naves (la mayoría, alimentadas con carbón), partieron los primeros y arrojados “gauchos del timón”, como califico entonces, con innegable acierto, el periódico Buenos Aires Herald a los capitanes de nuestra creciente Marina Mercante. Ellos desafiaron la presencia de los submarinos alemanes en el Caribe, y, aun más arrojadamente, sus torpedos en las peligrosas aguas de la Costa Este de los Estado Unidos.
Eran buques neutrales, condición que no siempre fue respetada por los “lobos grises”, que vigilaban la tradicional ruta de los cargueros entre América del Sur, el Caribe y la Costa Atlántica Norteamericana.
Uno de los nobles y pintorescos gauchos del timón fue el Capitán Jack Aljanaty, quien en sus relatos brindaba detalles de cómo se navegaba en esos mementos; había que tener un ojo para escudriñar el mar en busca de periscopios y el otro para advertir a tiempo la siniestra estela de los torpedos. Aljanaty debió navegar durante muchos meses en las zonas de guerra mas frecuentadas por los submarinos alemanes. Al respecto, recordaba “se le dio a nuestros barcos (por acuerdo entre los beligerantes) un numero de banderas para llevar pintadas en su casco (cinco para la Argentina, que compartía esa cifra con Suecia) y los comandantes de submarinos, con el libro de silueta de barcos siempre a mano y la observación de las banderas de los buques, podían establecer claramente si estaban frente a un buque neutral o a uno beligerante.
 
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Capitan del RIO III - Capitan Pedro SCALESE
 
La zona del Caribe.- expresa Aljanaty - era muy peligrosa para toda la navegación. En Febrero de 1942, a bordo del vapor Juncal, habíamos salido de Curazao al mediodía, cargados de petróleo, y apenas a las dos horas del radiotelegrafista empezó a recibir en ingles, señales que indicaban U-Boat near (submarino cerca).
“Parecía que los submarinos alemanes estaban por todas partes, y empezaron a sucederse los avisos desesperados de S.O.S.
Ese día los alemanes hundieron 20 barcos en las inmediaciones del área donde navegábamos. “Cerca de medianoche, apareció en el horizonte una luz a ras del agua. Era un submarino alemán que nos pedía, en código internacional de señales, los datos de nuestro cargamento, lugar de origen y destino. Supongo que nos había estado vigilando hacia rato, desde muy cerca y que, como identificó nuestras banderas en su libro de siluetas, no nos toco y dejo que siguiéramos viaje.
En esos años, en el mar habia que agudizar los sentidos, a los sumergibles germanos se los describiría mas fácilmente cuando había un mar de calma chicha, ya que con un poco de marejada, olas y espuma de mar se ocultaban los periscopios.
A los submarinos alemanes se les iba haciendo cada vez más difícil distinguir entre los barcos beligerantes y los neutrales, y crecía entonces el numero de ataques contra buques de bandera argentina. No obstante, en innumerables ocasiones los submarinos alemanes dejaron continuar la marcha a nuestros barcos, tras comprobar que no llevaban carga bélica. Aveces, los lobos grises tenían gestos de indudable cortesía con los oficiales mercantes.
El primer ataque serio a un buque argentino, que indigno a nuestra opinion publica, ocurrió el 27 de mayo de 1940. En la entrada del golfo de Vizcaya, frente al Cabo Villano, al norte de España, el Vapor Uruguay, de 3425 toneladas, que transportaba cereales con destino a Amberes y había tenido que desviarse a Limerick, Irlanda, fue hundido a las 10 de la noche por un submarino Alemán. Previamente había sido detenido y sus bodegas revisadas, tras lo cual se lo mino con cargas explosivas. A los 28 tripulantes del carguero se les concedió un plazo perentorio para que se alejaran en dos botes salvavidas. En la noche del 17 de abril de 1942, dos torpedos hicieron blanco en otro buque argentino, el petrolero Victoria, que navegaba al SE de Nueva York, a 300 millas de la Costa Este norteamericana. Solo llevaba semillas de lino.
 

El Río Tercero

El 22 de junio de 1942, en la costa oriental de los Estados Unidos, a 120 millas de Nueva York, fue torpedeado y hundido el vapor argentino “Río Tercero” en lo que fue el más trágico de los episodios entre buques argentinos y submarinos alemanes, rodeado, además por una leyenda negra que puso en duda la conducta de la tripulación del mercante.
El Río Tercero retornaba del puerto de Nueva York donde habian descargado cereales. Estaba al mando del Capitán Luis Pedro Scalese y de regreso traía carga general, pero nada que pudiera considerarse bélico y justificara el ataque sufrido. Llevaba un solo pasajero: el medico Francisco Arumbarri. Se fue a pique inmediatamente, con él se trago a cinco tripulantes: los carboneros Clemente Alvarez, Roberto Emilio Giménez y Luis Santiago Protto; fogonero Angel Elfi, y el marinero Justino José Aguilar. El ataque a un barco neutral y a las cinco muertes provocaría un serio incidente diplomático, aunque finalmente no se rompieron las relaciones entre Argentina y Alemania.
El radiotelegrafista del buque, Roque Volpe, preciso que el ataque se perpetro son previo aviso y los tripulantes del Río Tercero solo pudieron ver al submarino atacante luego de que los hundió.
“Yo pedí el S.O.S. – relato Volpe – me atendieron enseguida los norteamericanos. A la hora y media ya nos sobrevolaba el avión bombardero que nos habían mandado. Quedaron 39 náufragos repartidos en dos botes, rescatados por la noche y llevados primero a Estados Unidos. Pero antes de que esto ocurriera, estuvieron a un paso de que los submarinistas los despacharon a tiros. El submarino que los había atacado emergió poco después junto a los botes de los náufragos. Tenia escrito en la torreta: U-Boat, un numero y la inscripción “Innsbruck”.
“Al capitán Scalese se le ocurrió decirles a los alemanes que no habíamos pedido auxilio y que no teníamos con nosotros ningún libro de navegación. Entonces lo metieron en el submarino. Finalmente, Scalese termino por darles el libro y el submarino se alejo, pero al poco rato volvió junto a los botes. Los alemanes nos apuntaron desde la torreta con dos ametralladoras.
“Todos pensamos que los submarinistas, creyeron que no habíamos alcanzado a pedir auxilio, habían decidido matarnos para eliminar cualquier indicio del ataque a un barco de un país neutral. En aquel dramático momento, un bombardero norteamericano arrojo cuatro bombas que levantaron grandes columnas de agua cerca del submarino. Este rápidamente desapareció bajo el agua.
 
 
De regreso a Buenos Aires, se difundió el rumor de que el Río Tercero había sido hundido como represalia por haber violado la neutralidad avisando a los norteamericanos la posición de otro sumergible alemán que los habría interceptado anteriormente, y todo para cobrar una supuesta recompensa. Volpe califico de absoluta falsedad tales presunciones y sostuvo: “yo creo que el rumor surgió de nuestra misma Cancillería, que quería calmar la ira popular por el ataque y las muertes, para evita a toda costa represalias contra los interese germanos en la Argentina. Para colmo, cuando volví al país, me tuvieron al principio incomunicado, para que no hablara con la prensa y diera detalles del ataque.
Otro de nuestros marinos mercantes, el Capitán Julio Frutos, cuenta que era de gran preocupación en navegar por zonas peligrosas, al punto de extremar las medidas de no fumar de noche en cubierta, porque la brasa del cigarrillo se distingue en el mar hasta cinco Kilómetros
 
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Capitanes Julio FRUTOS y Carlos SABURO junto a un cuadro del Rio III
 
“Teníamos que fumar en pipa, porque la cazoleta oculta el resplandor de las brasa. Los torpedamientos se producían por lo general a la salida o a la puesta del sol, dos momentos en que el reflejo de la luz impide discernir en el mar las formas del periscopio. Pero los torpedos venían casi siempre del lado en que se producían la puesta. Cuando Argentina entro finalmente en guerra con Alemania, a comienzos de 1945, las tácticas y procedimientos de la navegación neutral debieron cambiar. “Entramos tan al final, que los cubanos se burlaban aplaudiéndonos cuando llegábamos a sus puertos. En nuestra nueva condición de beligerantes, tuvimos que navegar con luces sigilosas y con un destructor norteamericano cerca, al que casi nunca le entendíamos las señales”.
Esta informacion pertenece al blog https://www.elsnorkel.com/
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